Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

martes, 6 de julio de 2010

Gracias a un sillón naranja.

Con un sillón comenzó todo, un sillón naranja de dos plazas en un pequeño piso de un matrimonio con un hijo argentino llamado Max. Creo que miento, en realidad, todo había comenzado muchísimo antes. Con un sillón naranja terminó todo.

Mañana nos vamos a Ibiza durante 15 días. 15 días, que se pueden hacer muy
l a r g o s , muy cortos, muy calurosos, muy lluviosos...muy...contrarios. Así es que Sara le quería regalar algo a Max para su despedida. ¿Qué le regaló?. Creo que una de las mejores tardes de su vida. Y como yo no soy Sara, mejor os dejo que lo cuente ella.

A las 4 de la tarde en la plaza mayor. Sí, sé que es pronto, pero es un adiós durante unos cuántos días así que quiero estar con él el mayor tiempo posible. Esos ojos azules acompañados de un pelo color limón aparecieron por la entrada de la plaza a las 4 menos 10 minutos. Llegaba pronto, como siempre. Y yo ya le esperaba. Comenzamos a andar por el pueblo, y a hablar. Sobre todo, sobre nosostros y sobre el verano.
-Me voy a tirar a un ibicenco nada más llegar.
-Si en verdad, es lo que quieres -sacó esa sonrisita que me mata.
-Ven aquí
estúpido - le planté uno de esos besos cortos que te dejan con ganas de más, muchos más - sabes que cómo no hay ninguno.
-Te voy a echar de menos - se le quitó la sonrisa de la cara.
-Sólo son dos semanas, creo que podrás superarlo - le agarré la mano. Y él la apretó aún más fuerte.
-Dos semanas, dos meses, dos años...que más da, no estaremos juntos. - me miró - ¿vamos a mi casa?
-A ver la película de Nemo.
-Con palomitas y
nestea- aceleramos el paso, no sé por qué, estábamos deseando llegar.

Su casa era bonita, siempre me ha gustado. Un pisito pequeño pero confortable, tenía muchas ventanas por las que entraba la luz del sol. Y un sillón naranja que mi trasero ya había probado en otras sesiones de cine. Creo que lo más grande del piso de Max, era la televisión. Su padre es aficionado a las películas, creo que eso lo explica todo.
Bajó todas las persianas, colocó las
palomitas en la mesita frente al sillón y Nemo comenzó.
-Sabes que te quiero - me miró.
-Sabes que me gustas mucho - le miré - pero Nemo también me gusta, y quiero verla - y giré la cabeza riéndome hacía el televisor.
-Hay miles de días para ver Nemo, pero quién sabe si...-bajo la mirada y dejó de hablar.
-¿Quién sabe si qué? - le cogí por la barbilla y me acerqué a su cara, mirándole fijamente a los ojos, esos ojitos azules - Max, son tan sólo 15 días, y no, no voy a dejarte por un ibicenco. Tú eres tú, y te quiero, te quiero mucho y no voy a dejarte por nada de este mundo.
-¿Por qué me quieres? -sonrió- tengo
muchos defectos.
-Por eso mismo
te quiero, porque conozco todos y cada uno de tus defectos, y son bonitos hasta el más no poder -sonreí- así que tus virtudes ya...buff!

Se acercó a mis labios y me besó. Pero no, no era un beso de los de antes, no era de los que te dejan con ganas de más. Era uno de esos besos que nunca olvidas. Entrelazamos nuestros brazos y comenzó a hacer demasiada calor en ese piso. Camisetas y pantalones fuera, ropa interior también.
Los minutos,
¡qué digo minutos!, las horas pasaron tan rápidamente que no nos dimos cuenta de que sus padres estaban a punto de llegar. Pero aún sabiendo que entrarían por la puerta en cualquier momento, nos quedamos allí. Sentados en aquel sillón naranja. Uno sobre el otro y mirándonos a los ojos fijamente.

Finalmente, decidí que ya era hora de irme. Recogí mi ropa y cuándo comencé a vestirme me di cuenta de que no tenía mi camiseta. Maldita sea,
¿tan lejos la había tirado que ahora no la encontraba?
-Voy a tu habitación a por una sudadera - llegué a la puerta de su habitación - ¿me la dejas verdad?
-¡Espera!
-¿No me vas a dejar una sudadera?
-No
-¿No?

-No no, quiero decir que ya la cojo yo. - se apresuró a levantarse y se abalanzó hacia la puerta.
-No te preocupes, me sé tu habitación de memoria. -abrí la puerta.
-Pero es que hoy está todo muy desordenado, mejor no entres. -intentó cerrarla.
-Que raro eres a veces -entré- ¿maletas? ¿por qué esta toda tu cama repleta de maletas? ¿y tus cosas? - miles de preguntas invadían en aquellos momentos mi cabeza. Tantas, que no sabía ni como formularlas.
-Sara, vuelvo a Argentina.

7 comentarios:

  1. diooooooooosssssssss
    no puede volver..

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  2. como que se va a Argentina?!?!?! Sara matalo porfavoooooooooooooooooooooooooooor :(

    Ojazos te sigo :D me encanta tu blog y por supuesto el juego de la piedra blanca xD

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  3. No puede ser, ¡no puede ser! Uuuf:S y, ¿qué es de Sergio? Tienes una sorpresita en mi blog;)
    Un beso

    B.

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  4. Dios mio acabo de ver tu blog por primera vez y me ha enamorado
    como que se marcha debes retenerlo!
    te sigo desde ya!
    unbesazo

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  5. hay dios, esta historia es increible!

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