Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

viernes, 11 de octubre de 2013

Octubre


Siempre me ha gustado el otoño, y de entre todos los meses de otoño me quedo con Octubre. No me preguntéis por qué, tiene ese no sé qué que me da vidilla. Y lo cierto es que necesitaba esa vidilla más que nunca. Y, oye, que ha llegado.

Me he dado cuenta de que últimamente no hago más que mirar hacia atrás y quejarme de todo lo que me ha ocurrido (y seguirá ocurriéndome) pero ha llegado otoño y ¡bah! ¡que le jodan a todo!

Que yo quiero ser feliz, y poder levantarme cada mañana con una sonrisa que hasta duela, con los ojos brillantes de emoción y con la curiosidad de qué pasará hoy. Y para eso no me queda otra que intentarlo, intentarlo con todas mis fuerzas. Porque está claro que la felicidad no va a venir a mi cama entrando a hurtadillas bajo la colcha con un "¡eh! ¡sal de ahí! ¡que se te escapa la vida!".
Así que he decidido agarrarla, agarrarla fuerte. A la felicidad, a la vida, yo que sé, aferrarme a lo que sea para no volver a hundirme. A ese café de las ocho de la mañana, a mis compañeros, a la sonrisa del conductor de autobús, a las cañas con mis amigos, a los besos y abrazos, a los consejos de mi madre, a los gritos de mi hermana, a las escapadas, a los paseos con Luna... voy a aferrarme a todo para no volver a la nada.

Hace un par de días se me presentó la oportunidad de volver a empezar y oportunidades así no hay que desaprovecharlas. Aunque tenga que levantarme cada día a las seis de la mañana y desayunar por el camino, aunque tenga que aprender francés (de nuevo) y aprenderme también un montón de nombres nuevos, para lo cual soy malísima,  llegar a casa a las cinco de la tarde muerta de todo para seguir con ello y termine cada día a las dos de la madrugada, no pienso rendirme, porque es otoño, y en otoño yo puedo con todo.


P.D: ¡deseadme suerte! (:

lunes, 19 de agosto de 2013

Quizás

Hay días, como hoy, en los que pienso en hacer la maleta e irme. ¿Dónde? Aún no lo he decidido del todo, lejos.



 
 
 
Al principio me parecía valiente. Valiente, tomar la decisión de abandonarlo todo para empezar de cero en cualquier lugar, sin saber que te encontrarás. Pero anoche, empecé a pensar y me di cuenta de que ese era el acto más cobarde que podía llegar a cometer.
Mi madre siempre me enseñó que hay que enfrentarse a los problemas, echarle "un par de cojones" y plantarles cara. Algo así como "Yo soy Raquel, y querida/o, tu no vas a hundirme".
¿Pero que ocurre cuando el problema eres tú? ¿Cómo me enfrento a mí misma?
He probado a ponerme frente al espejo y dejarme las cosas claras, pero no funciona, no llego a comprenderlo del todo.

Y es que no tenéis ni idea de lo que es no poder con una misma. Yo antes me arreglaba con un bailecito y un par de copas, o dos días de descanso de todo, o una semana de llanto contínuo. Pero al parecer "he madurado" y ahora nada de eso funciona, tengo que razonar todo lo que pienso, y la mayoría de las cosas que pienso son problemas, y casi todos esos problemas los ocasiono yo. Así que vuelvo a regañarme frente al espejo y sigue sin funcionar, y todo se convierte en una especie de espiral que me atrapa y no me deja salir. No sé muy bien si me entiendes.

Quizás sólo necesito eso, alguien que me diga "yo te entiendo", alguien que me enseñe a salir de aquí. Pero hoy en día, la sociedad que nos rodea ha aprendido a mirar sólo por sí misma, y la empatía ha desaparecido. O quizás soy yo, que pido demasiado.

La cuestión es que empecé a escribir esto como desahogo, porque en un principio este blog fue creado con ese fin, y creo que también he olvidado como desahogarme, o quizás es que nunca lo he sabido del todo. Y esos intentos fallidos de desahogo han sido los que me han traído hasta aquí.

Quizás huir no sea el mejor camino, pero yo por si acaso no lo tacho como opción.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Infinitos




Una noche más había dejado su perfume impregnado en mis sábanas. Y eso era lo que más me gustaba de los domingos, que podíamos tener batallas interminables bajo el nórdico y luego su olor perduraba durante siete días hasta el próximo domingo. Hasta la próxima batalla.

Ese día se había colado por la ventana sigiloso como un gato. "Quería darte una sorpresa" me dijo cuando pegué un respingo al verle. Ya se sabe, te pones los cascos y empiezas a escuchar música mientras navegas en tu mundo y podría comenzar la tercera Guerra Mundial sin que te enterases. 

-Tengo unas ganas increíbles de (a)mar -dijo mientras me abrazaba por la espalda. 
-Pues vayamos al mar ¿quién nos lo impide? 

Y así fue como esa noche metimos lo imprescindible en una maleta y nos fugamos. Siempre me ha gustado el mar, tan tranquilo y pacífico, tan inmenso. Me hace sentir un poco insignificante ante los demás, pero también me da paz y ayuda a pensar. 

-Cuando miras fijamente al horizonte, no ves el final, simplemente azul. Infinito. -dije- Creo que por eso me gusta tanto el mar, me siento infinita cuando lo miro. Es como si supiese que siempre voy a estar aquí.
-Y yo siempre voy a estar contigo -respondió cogiendo mi mano.
-¿Me amarás? ¿Me amarás cuando el mundo se derrumbe y las ruinas acaben con todo? ¿Cuando nos hagamos mayores y no podamos seguir luchando? 
-Te amaré siempre, Oli. 

Sé que siempre no siempre significa siempre. Que estamos condenados a separarnos. Que nuestros polos chocan más que los de muchos y que problablemente dentro de unos años ni recuerde esta conversación. Per hay que luchar por lo que se quiere, no vale rendirse y sé que ahora mismo daría mi vida por ti, y haría lo que fuera por vivir entre tus sábanas, contigo. Sin preocupaciones ni planes. Siendo tan infinitos como el mar.

-No pienses en el futuro, si no en el presente -me susurró al oído. Parecía que podía leerme la mente. Y lo cierto es que no me extrañaba, me conocía mejor que nadie en este mundo.
-Tienes razón, el ahora es lo que cuenta. -me acerqué a él y le dí un tierno beso, mientras una lágrima recorría mi mejilla.
-¿Que te ocurre pelirroja? 
-Es alegría, felicidad por poder estar aquí, y ahora, y contigo.

Por un momento fuimos infinitos. Quién sabe si esto perdurará, o nuestros sentimientos se marchitarán por el camino, o las ruinas acabarán con nosotros. Lo que cuenta es el ahora, y por ahora somos eternos.



-Haciendo caso a vuestros comentarios, he vuelto a cambiar el formato de mi historia. Me gustaría saber vuestra opinión, sea buena o mala. (:

viernes, 1 de febrero de 2013

Febrero.


Voy a dar la bienvenida a Febrero como se lo merece, ya que creo que ningún año lo he hecho y Febrero es un mes importante. Febrero, con F de Felicidad

Según los diccionarios, la felicidad se puede definir como un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada. Pero, ¿sabemos realmente lo que es la felicidad? 
Para Platón, la felicidad no es algo que pueda alcanzar la gente fácilmente, ya que se encuentra en el mundo inteligible (y al parecer debe de ser complicado llegar ahí). Yo me imagino un mundo lleno de dragones y a la felicidad pidiendo auxilio en la torre más alta de la colina más lejana. Pobre Platón, ¿alcanzaría él la felicidad en algún momento de su vida? 
Luego estaba Aristóteles, que decía que la felicidad solo se encontraba a través de la razón. ¿Y si resulta que yo a veces no hago uso de razón? ¿Nunca seré feliz? 

Creo que voy a dejar de lado la filosofía para hablar de mi felicidad. Yo, personalmente, creo que la felicidad es única para cada persona. No sé si me explico muy bien, mi felicidad, no tiene nada que ver con tu felicidad, ni con la felicidad de mi vecino. Y luego, además de esto, mi felicidad "grande" (por llamarla de alguna manera) está formada por un montón de felicidades chiquititas. 
Los miércoles desayuno con mi mami, y eso para mí, es felicidad. Los lunes puedo ver el amanecer desde mi ventana y los viernes por la tarde hago piececitos bajo mantas, todo eso, es felicidad, mi felicidad. 
Encontrarme con sus ojos verdes, o con sonrisas por medio de la calle. Comer palomitas. Un aprobado en matemáticas. Un abrazo largo, de los de verdad, de los que llegan, de los que a veces duelen. Una noche de fiesta y ginebra. Los besos en la mejilla de mis abuelos. Escuchar una canción que me gusta. Todo eso, para mi son felicidades chiquititas, que luego forman mi gran felicidad. 

Para ser feliz simplemente tienes que ser tú mismo, mostrarte ante los demás, seguir tu propio instinto, inspirarte de vez en cuando y dejar de ser una víctima. Hay que tener curiosidad por las cosas que hay a nuestro alrededor, y explorar y descubrir. Viajar y soñar. No aislarse ante nada, ni temer a nadie. Sólo tienes que leer un libro de vez en cuando y escuchar música. Comer chocolate. Ayudar a quien puedas, en lo que puedas, hacer todo lo que sabes hacer. En ocasiones, viene bien gritar o hacer ejercicio y decirte "Ánimo, tu puedes". Levántate cada vez que caigas y vive el momento, porque el hoy, solo pasa una vez. Sonríe con todas tus fuerzas. Acepta que la vida tiene momentos buenos y momentos malos, y nunca seas injusto contigo mismo. Cuida el amor que hay en tu vida y haz una lista de agradecimientos porque no has llegado a ser quien eres tú solo. Tienes que creer en algo tan grande como tú mismo y crecer. Seguir adelante. Así es como se llega a la felicidad, sin rendirse y apreciando todas y cada una de las cosas que van ocurriendo en nuestra vida.

Yo, a día de hoy puedo decir que soy feliz. Y lo puedo decir muy fuerte, para que todo el mundo se entere ¡soy feliz!.  





¿Y tú? ¿Has alcanzado ya tu felicidad o sigues buscándola? (Mi secreto es no buscarla, simplemente dejarse llevar)