Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Amoresdeinvierno.


Y es que puede que resulte precipitado. Puede que no haya pasado el tiempo suficiente. Y también puede que no haya olvidado a Sergio. Pero alguien dijo una vez "un clavo saca otro clavo", ese alguien se equivocaba. Un clavo no saca otro clavo. Un clavo mete más adentro el clavo que ya estaba.

Y entonces me di cuenta, me di cuenta de que no hacía falta que sacara ese clavo. Porque nunca había estado ahí. Porque me había pasado el verano detrás del chico de los ojos verdes y la sonrisa bonita, mientras él simplemente jugaba conmigo. Y sinceramente, yo también jugaba con él. Porque nunca llegué a quererle, bueno, puede que sí. Puede que en algún momento de este absurdo juego llegara a quererle. Pero ya no le quería, y no quería volver a quererle. Es más, le odiaba.

Así que esta mañana Sergio se encontró las gafas de sol en su portal, con una pequeña nota: "Se acabó". Y es que era verdad, se había acabado para siempre.


Siempre han hablando de los amores de verano. Pero yo soy más de los amores de invierno. Soy más de los cafés a las tantas de la noche, de taparnos con mantas polares y de acurrucarnos el uno junto al otro. Me gusta el olor a pelo mojado, y tocar sus prendas chorreando cuándo viene a verme en una tarde de lluvia. Adoro sus manos frías, ¡que digo frías! ¡congeladas! , y sus ojos cálidos, con los que me da calor al solo dirigirme una mirada. Me encanta el rastro que va dejando con sus botas catiuscas negras, y el ñikiñiki que se oye cuándo éstas se resbalan por el parquet. Y amo el olor que deja en mi paraguas rojo cada vez que se lo lleva prestado.

En realidad siempre he sido de los amores de invierno, porque me gusta ir al contrario, y ya que todas mis amigas han encontrado al chico de sus sueños en verano, yo encontraré al mío en invierno.

-Y por eso mismo, en diez minutos tengo que estar en el portal de mi casa, esperando al chico del paraguas rojo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Un día feliz


Y en medio de un parque él apareció tras ella y tapándola los ojos con las manos la susurró: "Te quiero, y como te quiero, me quedo".
Sara saltaba y saltaba de alegría, lloraba, le abrazaba, le besaba, le tiraba del pelo, le hacia caricias y le miraba una y otra vez como si aún no se lo creyera.
Ana y yo nos abalanzamos sobre Max gritando su nombre y Chema simplemente se peleaba cariñosamente con él.

Ayer fue un día feliz. Fuimos a una pequeña taberna de un amigo a celebrarlo. Y tras unas cuántas cañas, Sara miró a los ojos a Max:
-Pero... te quedas de verdad.
-Como comprenderás, de mentira no me quedo... ¿cómo se queda de mentira? - todos empezamos a reírnos y Sara abrazó a Max.
-Es que aún no me lo creo...-se hacían carantoñas y ella le susurraba en el oído- te quiero, te quiero..

Al parecer a Ana y Chema les dio envidia, y siguieron los pasos de Sara y Max. Y yo allí, mirando, echándole de menos, pensando en su sonrisa, en sus ojos, y en sus labios...sus labios, que ya no eran mios, que estaban ocupados por otra. Llevo un mes si saber nada de él, sin verle por la calle, sin encontrármelo por ninguna parte. Chema ya no le habla y nadie sabe dónde está, pero bueno, creo que las cosas hay que superarlas.
-¡Oh! ¡Que bonito! Siento interrumpiros, pero aquí sigue Olivia mirando el espectáculo. -empecé a aplaudir irónicamente.
-Perdona perdona, si nosotros ya nos vamos - Sara y Max se levantaron riéndose - Tenemos una cita con un viejo sillón naranja...

Max y Sara se fueron agarrados de la mano, y echándose miradas de complicidad. Y allí me quedé con Ana y Chema que dejaron su cariño a un lado para comenzar contar chistes.


-Siento haber tardado tanto en actualizar, intentaré hacerlo con más frecuencia.
-¡Ah! y la historia de Daniel e Irene, ha sido difundida por ahí sin mi consentimiento, gracias por vuestro apoyo en esos momentos. (: