Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

miércoles, 2 de junio de 2010

Sol.Playa.Él.


Como le prometí a Ana, hoy iríamos a la playa. Cogí el bañador lo más rápido que pude, acababan de llamar al timbre y no quería hacerlas esperar. Sara y Ana estaban en la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja, el bañador puesto y una toalla en la mano.
Hacia sol, calor, el cielo estaba azul y el optimismo era dueño de esta mañana.

El camino fue corto, no vivimos a mucha distancia de la playa. Frío, sentimos frío. El agua, helada. Pero no era raro, es el mar Cantábrico.
Tan solo metí los dedos del pie derecho en el agua y un escalofrío me recorrió de arriba a abajo. Me gustaba, siempre me había gustado hacer aquello. Era una de las pequeñas cosas que te da la vida, un buen escalofrío.

Subimos a una gran piedra desde la que siempre saltábamos al mar. Otra de mis cosas favoritas, saltar desde ahí. Saltas y el tiempo se detiene, piensas que vas a caer, y que seguramente no lo vas a contar. Piensas que estás sola, que todo es negro, o blanco, o gris. No hay nada, solo tú saltando al vacio. Es entonces cuando caes al agua, agua, como una mano que te coge. No estás sola. Saltas para dejarlo todo y el mar te sujeta, te sube a la superficie y entonces te das cuenta de que en realidad, no querías dejar nada.
A la mayoría de las personas el mar les inspira soledad, libertad, tranquilidad...A mi el mar me mantiene viva, es lo que me sujeta cada vez que salto desde esa piedra.

Pero esta mañana no he podido saltar desde esa piedra. Él me lo ha impedido. ¿Qué narices hacía él ahí?
-Oliiiiiiii -alguien gritaba detrás de nosotras. Sergio gritaba detrás de nosotras. -¿ya no saludas?
-Hola, adiós.
-Que antipática te has vuelto. -comenzó a buscar por los alrededores- ¿has visto a María por aquí?
-¿A María? No.
-Es que he quedado con ella para nadar, y no la encuentro por ninguna parte.
-No me importa para lo que has quedado con ella, no hacía falta que me lo contaras.
-¡Ves! una antipática...desde que...-se lo pensó mejor, y no dijo nada.
-Desde que ¿qué?. Desde que María no me habla, desde que te odio, desde que...-Ana me sujetó del hombro e hizo que me callase.
-Venga Oli, déjalo, vamos a la playa.
-Si, mejor dejarlo -me di la vuelta y comencé a andar detrás de Ana y Sara.
-¿Sabes que yo sólo te quiero a ti? -gritó, desde donde estaba.
Me di la vuelta con intención de ir y cruzarle la cara. ¿Cómo que sólo me quería a mi? ¿Qué pasaba con María? Sólo la utilizaba ¿o qué?
-¿Sabes que eres su imbécil? -grité mas fuerte que él.
-Un imbécil enamorado.

Fue lo último que dijo. Maldita sea. ¿Por qué tenía que haber dicho eso?. Ahora le tenía en mi cabeza, de nuevo. Quería correr y saltar desde aquella roca, y que el mar no me sujetase. Quería gritar fuerte, muy fuerte. Quería llorar, patalear. Quería irme de allí. Pero dijimos que iríamos a la playa. Y él, no me arruinaría mi día de playa.

Bajamos al mar y estuvimos allí horas, nadando, riendo, salpicándonos. Tomando el sol, sacando fotografías, hablando. Hablando de todo menos de él. Gracias a ellas, pasé una de las mejores tardes de mi vida después de pasar la peor de mis mañanas.

6 comentarios:

  1. jaja!! Me ha gustado mucho, y más la conversación.
    ¡Un abrazo!

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  2. pero este chico, sergio, es un poco bipolar?? madre mia!
    me gusta mucho la relacion que tiene con Sara y con Ana :)
    Un besoo

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  3. Una sola frase puede transtocar tu mente de una forma extraordinaria. A mi me pasa a menudo, soy una persona BASTANTE inestable. Un peligro para cualquier hombre!

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  4. suele suceder que nos den vuelta el mundo, y que no sepamos si mienten o hablan la verdad. Lo odio tanto como tú, pero es él

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  5. Sergio es raro y bipolar, pero es bonito, es muy bonito, y es un imbécil enamorado.. Seguro que es él.

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