Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

viernes, 27 de mayo de 2011

Os presento a mi lado positivo acompañado de un quizás.


Resulta extraño darte cuenta de que todo por lo que has luchado en tu corta vida era una farsa. Resulta raro, abrir los ojos y descubrir que Mario no va a volver, y que Sergio ya no te quiere. Cada uno de ellos siguió su camino y , tienes que aprender a seguir el tuyo. Sola.
Sí, resulta bastante extraño, raro e incluso complicado, pero alguien dijo una vez que siempre hay que mirar el lado positivo de la vida. Mirarlo por el lado positivo, me he dado cuenta a tiempo. Tiempo, aquello que a todos nos hace falta y malgastamos continuamente. Tiempo, aquello que voy a intentar no volver a perder.

La verdad, llevo casi un mes sin escribir nada por aquí. Y en ese mes, han ocurrido demasiadas cosas que yo creía importantes y que en realidad no tienen ninguna importancia. ¿Por qué hice las paces con Mario? Quizás porque le echaba de menos, quizás porque quería volver a sentir sus brazos acariciando mi piel. Pero nada más vernos, ambos nos dimos cuenta de que lo que en realidad estábamos haciendo, era una tontería. Mario se va. Mario no vuelve. Mario. Mario. Mario.

Y es que creía que él era el elegido, que él era la persona que iba a estar ahí siempre... Definitivamente, estaba equivocada.

Y luego, está Sergio. Sergio que decía que me quería. Sergio que en realidad quería a todas. Sergio que se quedó con María. Y yo, vuelvo a estar sola. Pero sinceramente, casi que me alegro.
Semanas de exámenes, estrés por todas las esquinas y ninguna distracción
. El lado positivo ¿no?


Y te encierras en una biblioteca con olor a viejo. Con apuntes de Filosofía e Historia sobre la mesa. Un par de diccionarios, un libro de francés, los Beatles sonando y un boligrafo ya gastado. "When I find myself in times of trouble Mother Mary comes to me speaking words of wisdom, let it be". ¡Oh sí, let it be, let it be...!
Y en esos momentos aparece Ana, como si fuera la Madre María, que está dispuesta a darme un consejo, un abrazo, una mirada cómplice, a decirme que "lo deje estar"... Pero no, no me da nada de eso. Simplemente se sienta junto a mi, y me regala una sonrisa. Una de esas sonrisas silenciosas claro, porque estamos en una biblioteca y no se puede hacer mucho ruido. Y mucho menos en semanas de exámenes.


Y junto a Ana se sienta su simpático hermano. Ese que me cae tan bien y del que nunca os he hablado. Y no sé por qué hoy me parece algo diferente. Quizás es que lo esté mirando por el lado positivo y por eso le veo más guapo de lo normal. O quizás es que nunca antes le había visto en una biblioteca y las bibliotecas le favorecen. Y de repente ¡chas! algo se activa dentro de mí, quizás mi lado positivo. Y se oye un:

-Hola pelirroja - acompañado de una sonrisita picarona. Una sonrisa que acelera mi corazón de 20 a 90 en menos de dos segundos.
-Hola David, ¿qué tal?
-A la salida, unas cañas, y te lo cuento...

¿Y por qué no? ¿Por qué no iba a tomarme unas cañas con David? Al fin y al cabo, a activado mi lado positivo. Y... unas cañas lo arreglan todo.

martes, 3 de mayo de 2011

67 lunares y una peca nueva.


Abrió la puerta, y nada más verla me di cuenta. Su sonrisa me invitaba a entrar. Me invitaba a precipitarme al vacío de sus negros ojos para presenciar su historia. Se mordía el labio inferior y daba saltitos sobre sus pies descalzos. Estaba nerviosa. Lo sabía. También sabía que quería gritarme lo que había sucedido aquel fin de semana y que no lo hacía porque... La verdad es que no sé muy bien por qué no lo hacía.
-¿Qué tal tu puente junto a Chema?
-Entra. - Al girar la cabeza y balancear sus rubios cabellos pude notar como se había echado su perfume de mora. Estaba feliz. Eso era bueno, ella se lo merecía.

Un par de botellines sobre la mesa del salón. Un cenicero vacío. Y una sonrisa de oreja a oreja en una cara, acompañada por una mirada curiosa en la otra.
-¿Y bien? ¿Qué tal con Chema? -tenía una sonrisa picarona en la cara.
-¿Ya no fumas?
-Lo intento dejar, pero venga, cuenta. Chema, , la casa rural, ¿qué tal?
-Que haya tenido que venir Sergio a decirte que dejes de fumar para que nos hicieras caso...
-Caya tonta. ¡Cuéntamelo ya! -tomó su botellín y le pegó un trago largo, uno de esos que se dan para hacer esperar a la persona de enfrente. Para hacerme esperar a mi.
-Tiene 67 lunares. -y me empecé a reír. Ana, tan soñadora como siempre- Se los he contado todos. -pegó otro sorbo a su botellín- 23 veces. Se los he contado todos 23 veces.

Y entonces los vi. Los vi en aquella vieja casa de madera perdida en medio de la montaña. "Vamos a hacer turismo" dijeron. ¡Ja! ¡Me río yo del turismo que hicieron!. Ella pasó todo el fin de semana perdida entre su constelación de lunares. Y él, buscaba la salida entre el laberinto de sus rubios cabellos.
Ana estaba feliz. Y su sonrisa, me contaba esta historia. Como habían subido y bajado cientos de veces, como la temperatura se había elevado hasta límites insospechados. Como no habían tenido tiempo de hablar, porque no había hecho falta. Porque ya lo dijo un sabio una vez "Una mirada dice más que cien palabras " . Y ellos, habían tenido tiempo suficiente para intercambiar 100 miradas, lo que equivale a unas 100000 palabras sin sentido.

-Tienes una peca nueva.


Con esa frase comenzó todo, o eso me ha dicho Ana. Nada más llegar, Chema le encontró una peca nueva a Ana, una de esas de chocolate. Y él, no la había probado aún. Así que tardó poco en hacer los honores. Comenzar con un beso, seguir con un mordisco y terminar sin ropa sobre un colchón con olor a azahar.