Y allí estaba yo, mirándola en silencio. Viendo como mi mejor amiga se derrumbaba ante mi. Impotencia por no poder hacer nada. Miedo por no saber lo que pasaba. Y sus lágrimas me contaban lo que su mirada quería ocultarme.
-Creo... creo que lo que más me duele es no haberme dado cuenta antes.
Repetía entre sollozos.
No sé que había ocurrido, hace diez minutos estábamos listas para romper la pista. Hace diez minutos habíamos cometido la locura de subirnos a unos andamios que la gente suele llamar tacones. Hace diez minutos nos habíamos pintado como payasos, solo para reírnos un rato. Hace diez minutos, Ana tenía una sonrisa de oreja a oreja en su cara y un pelo precioso más brillante que nunca. Hace cinco minutos él la había llamado. Hace dos, ella se había derrumbado.
-Venga Ana, cálmate. ¿Era Chema?
-Si -sacó un cigarro y se lo encendió
-¿Qué te ha dicho? ¿Él está bien?
-Si, si él probablemente esté mejor que nunca. -y pegó una calada desinteresada a su cigarro para después ofrecérmele.
-¿Entonces? -cogí el Lucky Strike y ella agachó la cabeza.
-Dice que no puede más Oli... Que me quiere mucho, pero que no puede más, que no puede vivir pensando que yo...- y las lágrimas, volvían a asomar por sus ojos, tímidas. Precipitándose hacia el vacío daban rienda suelta a la pena que Ana sentía. -Oli, yo no me planteo vivir sin Chema.
Y no sé si fue el cansancio, la tristeza, o las ganas de desaparecer lo que hizo que en menos de una hora Ana estuviera durmiendo como Blancanieves en mi cama. Así que no se me ocurrió otra cosa, que a las 12 y media de la noche llamar a la puerta de la casa de Chema con la peor de mis caras.
-Olivia no lo entiendes.
-¿Qué no lo entiendo? Pues no, no entiendo por qué haces esto. ¿Qué ocurre Chema? ¿Sólo era un pasatiempo?
-¡No! Olivia, yo quiero a esa rubia, la quiero más que a nada en el mundo...
-Pues díselo a ella, no a mí.
-No puedo...Oli, solo de pensar que en cualquier momento puedo perderla se me viene el mundo encima. Tienes que reconocerlo, ya no es como antes. Ha perdido el azul de sus ojos y su sonrisa no suena igual, no es la misma melodía la que sale de su corazón. Olivia, se va, Ana se va.
-Se irá para ti. Pero para mí, Ana sigue en mi habitación destrozada porque quiere demasiado a un imbécil. Y yo voy a seguir intentándolo ¿sabes? No pienso rendirme, voy a seguir abrazando a mi amiga cada día. Tú, ya estás tardando en desaparecer de su vista.
Y así quedó todo. Un sábado a las 11 de la noche Ana bajó la mirada y comenzó a llorar. Me gusta pensar que al mismo tiempo Chema lloraba al otro lado del teléfono.
Preguntas.