Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

viernes, 28 de mayo de 2010

Pocas palabras que decir.


¿Sabéis que es lo que se siente al ver a vuestra mejor amiga enrollándose con el tío de vuestros sueños? Yo sí.
Probablemente el primer pensamiento que se os venga a la cabeza sea el odio. A mi me ocurrió eso, odio en todo su esplendor, durante 9 segundos y medio la odié con toda mi alma. Luego me di cuenta de algo. Sergio no me pertenecía. Podía hacer lo qué quisiera, con quién quisiera, cuándo quisiera.
En realidad la frase "con quién quisiera" excluía a mis amigas. O eso pensaba yo. Después de ver a María con Sergio, el mundo se vino abajo.

Como os decía, el odio sólo lo sentí durante 9 segundos y medio. Luego me sentí estúpida, ridícula, engañada, idiota, se podría decir de muchas formas diferentes, me sentí enamorada. Realmente enamorada.

Justo en ese momento Max vino a mi cabeza. "¿Por qué no lo había hecho?" Esa pregunta volvió junto con el recuerdo de Max y entonces, una milésima de segundo después, llegó la respuesta.
¿Por qué no me había enrollado yo con Max? Le tenía a 3 centímetros de mí, y no hicimos nada.
No fue por Sergio, ¡maldita sea!, ¿cómo iba a ser por Sergio? que idiota era. Fue por Sara, mil veces Sara. Sara, Sara, Sara. Su nombre una y otra vez.



¿Por qué no me había enrollado con Max? Por Sara.

Sara era mi amiga, mi mejor amiga. Nunca la haría lo que ahora María me estaba haciendo a mi. Yo lo estaba pasando fatal, realmente mal. Y nunca haría pasar por lo mismo a Sara.

Me había ayudado. Apoyado. Hecho reír. ¡Dios mio! Sara era la chica que había transformado uno de los peores lunes de mi vida en un alocado Sábado.

Gracias a Sara, "me había soltado el pelo".



-Esta entrada no la he hecho para contaros la historia de Sergio y María, sinceramente, creo que no merece la pena. Se enrollaron. Punto y final.

-Esta entrada va dedicada a Sara. Quiero darla las gracias por todo lo que ha hecho por mi. Ella, es mi sonrisa.

lunes, 24 de mayo de 2010

Transforma tus lunes en sábados.


Mi estado actual se resume en una palabra: DEPRESIÓN. Puede parecer exagerado, pero es la verdad. ¿Razones? Pocas...
-Casi me enrollo con el tío por el que mi mejor amiga está colada...
-María, no se porque estúpida razón, no me habla.
-Y para colmo, Sergio está con una chica. No tengo ni idea de quien es ella...

Cogí mis mallas a rayas, el jersey de mi abu, un pomelo con azúcar y me tiré en la cama. Una vez más, estaba allí, mirando al techo y pensando en nada.
Sonó la puerta. Me asomé por la ventana y vi a Sara.
Subimos a mi cuarto me senté en la cama y ella en la alfombra y allí estuvimos un buen rato, sin decirnos nada, ni mirarnos.
-Max me ha contado lo del otro día. - para mi sorpresa, lo dijo en un tono suave. No estaba enfadada.
-Lo siento.
-No lo sientas. ¿Por qué no podías?
-No lo se.
-Entonces no fue por mi...
-No
-En el fondo, lo sabía.
-No se como puedes seguir hablándome como si nada...
-Max no me pertenece, puedes hacer lo que quieras con él. - se empezó a comer las uñas. Era una manía que tenía desde nomeacuerdocuando. - Me habría sentado mal que hubiese sido por mí.
-¿Quieres un pomelo?
-No. No entiendo porque siempre que estás mal haces lo mismo. ¿Te sientes mejor encerrándote en tu habitación con una fruta asquerosa y un jersey viejo?
-¿Y que quieres que haga? -otra vez caían lágrimas por mis mejillas. Maldita sensibilidad...- ¿me pongo los tacones y el vestido rojo que va a juego con mis labios y entro en la mejor discoteca de por aquí?
-¡Pues claro!. Tienes 2O minutos para vestirte. Te espero abajo.
-Estas loca...- si se pensaba que iba a vestirme en 2O minutos para meterme en una discoteca en un día como este, lo llevaba claro.
-Puede...-se levantó y fue hacia la puerta- Prefiero que te vengas conmigo a darlo todo en la pista de baile, a que estés todo el día tirada en la cama.
-Es lunes.
-No, ya no, hoy es TU sábado.



jueves, 20 de mayo de 2010

Me quedé en lo posible de lo imposible.


19 de Mayo. El timbre volvió a sonar. Yo abrí la puerta y allí estaba el chico del pelo color limón. ¿Me sorprendió? Sinceramene no. Llevabamos días planeando esto, ¡no! ¡días no! ¡semanas!.
Yo llevaba uno de los conjuntos de ropa interior de encajes rosas mas ajustados que había, y encima, una camisa blanca. Él, llevaba vaqueros.
La casa era toda para mí. Y para él.

-Wow. - se le quedo cara...de empanadilla.
-Pasa...- me sonrrojé bastante. Estaba deseando que llegase este momento, llevaba días esperándole.

Nos sentamos en el sofá y puse la tele. Nose exactamente que estábamos viendo. Preguntas, respuestas, risas. Sinceramente, no le prestaba demasiada atención a la tele. Esque sus ojos, esos ojos...¿por qué esos ojos me recordaban a Sergio? No. No podía ser. Tenía miedo. Los ojos de Sergio eran verdes y los ojos de Max azules pero aún así los dos eran iguales. Decían lo mismo.

Se quitó la camiseta y comenzó a acerarse. Me estaba quitando los botones de la camisa. Me miraba.
Besále maldita estúpida.
Besále.
¿A qué diantres estás esperando?
Quería hacerlo, deseaba con todo mi corazón hacerlo. Pero nunca lo haría.
Le aparté las manos y comenzé ha abrocharme los botones de la camisa.

-¿Qué ocurre? -me miró extrañado, y con preocupación.
-No puedo. - comenzaron a salir lágrimas de mis ojos. ¿Por qué salían lágrimas? No, esa no es la pregunta. ¿Por qué no podía?
-Es por Sara.
Nos sentamos en el sillón uno al lado del otro. Mirábamos la tele, no veíamos nada. Al fin le miré.
-Si, es por Sara.
-No es por Sara. - me cogió la mano y se quedó mirándome.
-Tienes razón, no es por Sara. - me abracé a él. Estuvimos así horas, abrazados, juntos. Me sentía agusto a su lado. Y aunque me repetía una y otra vez por qué no era por Sara, me alegraba de no haber hecho nada con Max. Él era mi amigo, siempre sería mi amigo. Sólo mi amigo.
Me acababa de quedar en lo posible de lo imposible.

-No era por Sara. Era por Sergio.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Aunque no te lo creas, los chicos también se enamoran.


¿Parece extraño verdad? Un chico enamorado, quién lo diría. Yo, desde luego, no. Pero al parecer estaba equivocada. Un chico enamorado, para ser más exactos, el chico del pelo color limón enamorado.
¿De Sara?
No.

Hace unos 15 días, el chico del pelo color limón, también conocido como Máx, llegó nuevo a mi clase. Bien. Pues en esos 15 días han ocurrido muchas cosas.
Sara es la mejor amiga de Max. Yo soy amiga del chico del pelo color limón.
No sólo ha ocurrido eso, hay más.
Max entró en el equipo de fútbol, delantero, o defensa, o portero, no sé exactamente, no soy una chica de fútbol, pero toca una pelota, corre, y grita, grita mucho, igual que Sergio. Sergio y Chema y Max se han convertido en los mejores del equipo. Esto trae las siguientes consecuencias:

Son los chicos más populares.

Max se ha hecho muy amigo de Chema y de Sergio.

Estan todos los días en la casa de Chema.

Los tres utilizan gafas de sol.

Sara sigue locamente enamorada de Max.

Y el chico del pelo color limón, cada día es más capullo. Sí. Debe de ser contagioso. Empezó siendo tímido, luego simpático, luego conquistador, ahora es un capullo integral. Es un capullo integral enamorado. ¿De quién?. De mí.


Olivia sigue enamorada de Sergio, Sergio pasa de Olivia. Max está enamorado de Olivia y Olivia pasa de Max. Sara quiere a Max y Max quiere a Sara, como mejor amiga.
Si Sergio me viera con Max, que es uno de sus mejores amigos, se moriría de celos. Es más. Cuando Sergio me ve hablar con Max, cosa que ocurre muy a menudo se muere de celos. ¿Y yo que hago? Hablar mucho con Max.

Me encanta verle así, se muerde las uñas y no hace mas que mirar, mira sin querer, pero mira. Tengo que reconocer, que yo también soy un poco cabrona. Sara es mi amiga y se que quiere a Max. Y a mi Max no me gusta. Pero es lo que hace el amor. Dicen que por amor se hace cualquier cosa. Y yo quiero ver sufrir a Sergio. Y sí. Me gusta. Me gusta ser una cabrona.

domingo, 9 de mayo de 2010

El chico del pelo color limón.

Parecerá raro, porque estamos al final del curso, pero un chico nuevo a entrado hoy por la puerta.
Dieron las 9, tocó la campana, nos sentamos en nuestros sitios, y en la mesa de al lado, se sentó él. Tenía 17 años, se llamaba Max, y era el chico del pelo color limón. Tenía los ojos azules mas profundos que se pueden ver en una persona y aunque sonreía poco, me gustaba su sonrisa.

-Bien, el chico nuevo se llama Max, tiene 17 años, si, ha repetido un curso pero no pasa nada, viene desde Argentina y se quedará el resto del curso.
La profesora nos le presentó. Max soltó una sonrisa y saludó. Se sentó junto a Sara y no habló nada durante la clase.

A la salida me quedé hablando con Sara.
-Me muero.
-¿Te mueres?
-Sí, me muero.
-Estás tonta. - dije mientras la empujaba, cariñosamente.
-No, estoy enamorada.
¿Otra más? , pensé, no puede haber tantas enamoradas en el mundo.
-No le conoces. - me reí.
-Pero esos ojos, ese pelo, esa boca, ese acento, ¡ARGENTINO!, amo el argentino. - Lo dijo muy sería, pero yo seguía riéndome.
-¡Adjudicado! - reí - el chico del pelo color limón es para...¡Sara!

Después de reírnos durante un buen rato de Max, decidimos que nosotras, seríamos sus primeras amigas. Al día siguiente nada más llegar a clase, hablaríamos con él para sacarle su bonito acento de Argentino y hacer que Sara se derritiera.

lunes, 3 de mayo de 2010

Hola, de nuevo.


Domingo, 2 de Mayo de 2010, fiesta por aquí. ¿En qué consistía la fiesta?.

Subir a un monte, dónde sólo había naturaleza y paz. No, no subíamos allí para hablar, ni para tirar fotos. No, subíamos allí para hacer el animal, el cerdo para ser más concreto. Bebíamos, bebíamos mucho, se conocía gente, mucha gente y tíos, MUCHOS tíos. (También tías, pero yo no me fijo en ellas, y menos en mis circunstancias) Sólo había tíos, tíos que estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por tocarme el trasero (no quiero ser una fanfarrona, pero aquello era verdad)
Probablemente penséis que después de lo que me había dicho Sergio, haría todo lo posible por joderle. No era así.
Allí estaba él, ligando, riéndose a carcajadas con chicas que no eran YO, me estaba matando, poco a poco me moría de envidia. No me pertenecía, seguramente jamás me perteneciese, pero no quería que fuera de ninguna de aquellas chicas. En ese instante las odiaba a todas y cada una de ellas con todo mi ser.
No le dije nada, no le señalé, siquiera le insulté para desahogarme. NADA. Simplemente me quedé allí, sentada, con mi vaso en la mano. Sólo tenía unos pequeños hielos que se iban derritiendo poco a poco, derretirse, justo lo que hacía yo... Me derretía poco a poco por él, por un tío.

Jamás pensé que diría esto, pero le quería, le quería de verdad, le quería solo para mí. Quería volver a sentir su aliento en mi, sus manos, sus ojos clavándose en los míos. Quería ver su ropa interior esparcida por la habitación junto a la mía, quería oírle una vez más, oírle decir que me amaba. Quería que su boca se volviera a fundir con la mía. Pero eso no iba suceder.
Todo aquello se quedaría en mi cabeza para siempre, escondido, junto a los recuerdos de mis áticos parisinos. Aquella noche junto a Sergio estaría al lado del recuerdo de como se llamaba mi primer peluche. Willi, Willi y Sergio, No quedaban muy mal en mi cabeza.


Después de estás absurdas reflexiones de una niña enamorada. Decidí cambiar.
Hola, soy Olivia, tengo 16 años, y esta es mi historia. Una nueva historia en la que procuraría que el nombre de Sergio no fuera nombrado.

-Me mentía a mi misma, ese nombre sería nombrado, pero no una ni dos veces, sino muchas más, innumerables veces.