Los diarios normalmente son secretos, pero el mio no es un diario normal. Es todo vuestro.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Maestro de valentía.



Hoy el viento del norte a vuelto a acariciar los árboles de esta ciudad. Es bonito, escuchar el sonido de las hojas peleándose unas con otras, para ver quién es la más fuerte que permanecerá en ese tronco durante todo el invierno; es bonito escuchar como los pájaros se despiden con sus cantos, elaborando sus pesadas maletas para partir a lugares más soleados; es bonito escuchar el sonido de la cafetera, lista y preparada para acompañarme otra noche más.

Me llaman Octubre, ya que nací en ese mes, en un día lluvioso de un otoño frío. Creo que por eso soy más de jersey y paraguas, creo que por eso me encanta el sonido de la lluvia, creo que por eso soy más de manta y café, de libro y cigarro, de alcohol y soledad, de abrigo y viento.

Siempre vagando por las calles grises de este lugar, siempre sentada en la parada de tren. Captando imágenes, captando vidas. ¿No os parece atractiva una parada de tren? A mi si, no tenéis ni idea la cantidad de emociones que transcurren por este lugar. Las despedidas y los reencuentros conllevan muchas cosas: promesas, risas, canciones, abrazos, recuerdos, lágrimas, olvidos...

Cada día en el mismo banco, cada día a la misma hora. Las 17:23, una hora triste y bonita a la vez. Recuerdo la primera vez que me senté aquí, escuchando "Boston", llorando, rezando a algo o alguien en lo que ni si quiera creo, aferrándome a este banco como si de la vida misma se tratara. ¿Por qué una estación de tren? No lo sé, supongo que porque eso fue lo que hiciste, irte de viaje. Cumplimos todos los requisitos, nos prometimos cosas, nos reímos de nuestros recuerdos, lloramos por lo olvidado y nos abrazamos con aquellas canciones que jamás volverán a significar nada aunque en un tiempo lo significaron todo, y entonces te fuiste, cogiste aquel tren a las 17:23 en un día soleado de otoño. Que raro, un otoño soleado, pero tu siempre fuiste raro, tenías que despedirte así, en un día raro.

Hoy me apetecía hablar de ti, porque el viento del norte a vuelto a acariciar los árboles de esta ciudad, y no he tenido miedo, por primera vez en mi vida te he escuchado y he sido valiente.


-Siempre contigo Alberto.